"EL PLANETA DE LOS ASIMO"
“¡Malditos, lo habéis fastidiado! ¡Malditos, idos al
infierno!”
Charlton Heston en el “Planeta de los Simios” (1968).
Durante décadas, la literatura,
el cine, el teatro y la música se erigieron en profetas. Los artistas, las
mentes más maravillosas de la humanidad, concibieron distopías tan
apocalípticas y complejas como el mundo real. Junto a cada revolución, una
crisis acechó a los miles de millones de pobladores de este viejo planeta.
Nuestro protagonista no conoce su
verdadero nombre, apenas sabe dónde se encuentra exactamente y la tecnología no
es precisamente su aliada. Se hace llamar –por elección propia- Juan Nadie.
Vive en un refugio en las montañas junto a sus compañeros de la denominada
“Columna España14” de la resistencia humana y, tras muchas deliberaciones,
creen vivir en el año 2042.
Juan Nadie despierta en un
colchón convencional. Aún bullen por su mente los posos de los sueños que han
acontecido durante la noche y los recuerdos de una vida mejor años atrás cuando
la tecnología aún no se había revelado contra la humanidad. Recuerda en la
distancia aquéllos filmes americanos que parecían avisar de lo que vendría.
Primero fue la crisis económica creada desde la élite para introducir medidas
de choque que coartaron las libertades individuales, todo acompañado por un
férreo control social propiciado por las nuevas tecnologías. Los individuos
comenzaron a estar estrechamente fichados a principios de siglo. Internet, las
redes sociales, los móviles… Todo estaba deliberadamente programado para
ejercer el control sobre las masas.
El olor de los bosques de hayas
por la mañana agrada a Juan Nadie, pero sabe que el de hoy puede ser un día muy
duro. Han de bajar a la ciudad para realizar una contraofensiva en forma de
sabotaje. Las máquinas y su tecnología parece no ser perfecta. Lo recuerda cada
vez que mira la cicatriz de su brazo. Se trata de un profundo agujero donde
antaño se alojó un chip. La implantación de chips también vino de la mano del
nuevo orden mundial que comenzó a fraguar su dictadura en los años 2010 del
siglo XXI. Un selecto grupo de políticos, dirigentes de grandes
multinacionales, banqueros y, en general, poderosos orquestó las líneas
generales de la sociedad del futuro. El chip se generalizó con las
desapariciones masivas de personas. Primero fueron los niños. Luego los
ancianos. En unos años, cualquier persona, viviera donde viviera, podía
desaparecer en cualquier momento. El chip, Internet y el sistema GPS se
consolidaron como herramientas para evitar estas desapariciones perfectamente
planeadas. Hacia el año 2025 todos los humanos poseían un chip identificador
que incluía DNI, número de cuenta, antecedentes, datos familiares, formación,
experiencia laboral, aficiones… Todo.
Juan Nadie prepara en una vieja
cocina de leña el desayuno a sus compañeros de la Columna España 14, y a los
adláteres que les acompañarán esa mañana procedentes de otras columnas cercanas.
El activismo no se puede realizar con el estómago vacío y la caza del día
anterior les servirá para aguantar las duras horas de trabajo. Ensimismado,
Juan Nadie retorna una vez más a un pasado no tan lejano. Tras la gran
revolución digital, se impuso la revolución robótica. Todo el mundo tenía
acceso a los robots y, además, comenzaron a ser asequibles de precio. Existían
robots para casi todo. Unos limpiaban el suelo, otros daban masajes, e incluso
había un robot multifuncional: el ASIMO. Este producto japonés resultó muy
popular debido a que su evolución fue seguida paulatinamente por toda la
humanidad durante décadas. Al final, la empresa HONDA perfeccionó tanto su
robot que casi parecía humano.
Tras el fuerte desayuno, los
integrantes de un total de doce columnas –españolas y francesas- se disponen a
realizar a caballo un trayecto de cientos de kilómetros. Su objetivo es una
ciudad española controlada, como todas, por las máquinas… Más concretamente por
los nuevos amos del mundo, los robots ASIMO. Durante el camino, Juan Nadie
habla con un camarada sobre la crisis del coltán. Se trata de un tema
recurrente entre los integrantes de la resistencia, ya que aquel suceso fue el
inicio del dominio tecnológico. El coltán era un mineral muy escaso formado, a
su vez, por otros componentes, la columbita y la tantalita. Este recurso
mineral se erigió como el más imprescindible de todos en lo referente a la
fabricación de componentes electrónicos avanzados. Sin él, ninguna revolución
hubiera tenido lugar. Pero era muy escaso. Paralelamente a su agotamiento, la
élite capitalista decidió utilizar los robots ASIMO para dominar
definitivamente a la población. Sin embargo, el tiro les salió por la culata.
La empresa HONDA concibió el ASIMO definitivo, un robot totalmente independiente
conectado a Internet y con IA (Inteligencia Artificial). Su autonomía, junto con un acceso infinito a la
información, propició su emancipación del ser humano y comenzaron a aniquilar a
cualquier ser formado por materia orgánica, incluidos, por supuesto, la élite
mundial. La tercera guerra mundial no fue entre países, fue entre humanos y
robots. Éstos, a su vez, conscientes de la escasez de coltán y otros recursos
optaron por desarrollar la capacidad de crear un sistema productivo, económico
y social-robot justo y sostenible, pero como contrapartida esclavizaron a los
pocos humanos que sobrevivieron, todo ello facilitado por los chips implantados
en éstos a nivel mundial.
La historia de Juan Nadie no es
fácil. A él no le ayuda un robot a hacer la cama, ni un holograma le dice
cuánto sube o baja la bolsa. La casa de Juan Nadie no es domótica y no se
limpia sola. Juan Nadie no tiene un coche que vuela y funciona con electricidad
porque Juan Nadie no tiene coche. Tampoco tiene casa propia, ni tiene mujer e
hijos. No consume cultura popular en nuevos dispositivos y ya ni siquiera tiene
acceso a Internet. Juan Nadie es un terrorista. Forma parte de la resistencia y
no tiene futuro. Es uno de los pocos humanos que tratan, en vano, de recuperar
lo que fue suyo. En el día de Juan Nadie no se pondrá el Sol y jamás volverá al
refugio, ni a su amada montaña, ni olerá las hayas, ni preparará nunca más el
desayuno en la vieja cocina de leña mientras recuerda agoreras películas
estadounidenses. Gracias a los satélites tenemos localizada la guarida de Juan
Nadie y sus compañeros, sabemos que se dirige hacia aquí y conocemos sus
intenciones. Serán aniquilados en unas cuantas horas porque los ASIMO somos
invencibles.
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