jueves, 12 de abril de 2012

SOÑANDO EL FUTURO


"EL PLANETA DE LOS ASIMO"


“¡Malditos, lo habéis fastidiado! ¡Malditos, idos al infierno!”
Charlton Heston en el “Planeta de los Simios” (1968).



Durante décadas, la literatura, el cine, el teatro y la música se erigieron en profetas. Los artistas, las mentes más maravillosas de la humanidad, concibieron distopías tan apocalípticas y complejas como el mundo real. Junto a cada revolución, una crisis acechó a los miles de millones de pobladores de este viejo planeta.

Nuestro protagonista no conoce su verdadero nombre, apenas sabe dónde se encuentra exactamente y la tecnología no es precisamente su aliada. Se hace llamar –por elección propia- Juan Nadie. Vive en un refugio en las montañas junto a sus compañeros de la denominada “Columna España14” de la resistencia humana y, tras muchas deliberaciones, creen vivir en el año 2042.

Juan Nadie despierta en un colchón convencional. Aún bullen por su mente los posos de los sueños que han acontecido durante la noche y los recuerdos de una vida mejor años atrás cuando la tecnología aún no se había revelado contra la humanidad. Recuerda en la distancia aquéllos filmes americanos que parecían avisar de lo que vendría. Primero fue la crisis económica creada desde la élite para introducir medidas de choque que coartaron las libertades individuales, todo acompañado por un férreo control social propiciado por las nuevas tecnologías. Los individuos comenzaron a estar estrechamente fichados a principios de siglo. Internet, las redes sociales, los móviles… Todo estaba deliberadamente programado para ejercer el control sobre las masas.

El olor de los bosques de hayas por la mañana agrada a Juan Nadie, pero sabe que el de hoy puede ser un día muy duro. Han de bajar a la ciudad para realizar una contraofensiva en forma de sabotaje. Las máquinas y su tecnología parece no ser perfecta. Lo recuerda cada vez que mira la cicatriz de su brazo. Se trata de un profundo agujero donde antaño se alojó un chip. La implantación de chips también vino de la mano del nuevo orden mundial que comenzó a fraguar su dictadura en los años 2010 del siglo XXI. Un selecto grupo de políticos, dirigentes de grandes multinacionales, banqueros y, en general, poderosos orquestó las líneas generales de la sociedad del futuro. El chip se generalizó con las desapariciones masivas de personas. Primero fueron los niños. Luego los ancianos. En unos años, cualquier persona, viviera donde viviera, podía desaparecer en cualquier momento. El chip, Internet y el sistema GPS se consolidaron como herramientas para evitar estas desapariciones perfectamente planeadas. Hacia el año 2025 todos los humanos poseían un chip identificador que incluía DNI, número de cuenta, antecedentes, datos familiares, formación, experiencia laboral, aficiones… Todo.

Juan Nadie prepara en una vieja cocina de leña el desayuno a sus compañeros de la Columna España14, y a los adláteres que les acompañarán esa mañana procedentes de otras columnas cercanas. El activismo no se puede realizar con el estómago vacío y la caza del día anterior les servirá para aguantar las duras horas de trabajo. Ensimismado, Juan Nadie retorna una vez más a un pasado no tan lejano. Tras la gran revolución digital, se impuso la revolución robótica. Todo el mundo tenía acceso a los robots y, además, comenzaron a ser asequibles de precio. Existían robots para casi todo. Unos limpiaban el suelo, otros daban masajes, e incluso había un robot multifuncional: el ASIMO. Este producto japonés resultó muy popular debido a que su evolución fue seguida paulatinamente por toda la humanidad durante décadas. Al final, la empresa HONDA perfeccionó tanto su robot que casi parecía humano.

Tras el fuerte desayuno, los integrantes de un total de doce columnas –españolas y francesas- se disponen a realizar a caballo un trayecto de cientos de kilómetros. Su objetivo es una ciudad española controlada, como todas, por las máquinas… Más concretamente por los nuevos amos del mundo, los robots ASIMO. Durante el camino, Juan Nadie habla con un camarada sobre la crisis del coltán. Se trata de un tema recurrente entre los integrantes de la resistencia, ya que aquel suceso fue el inicio del dominio tecnológico. El coltán era un mineral muy escaso formado, a su vez, por otros componentes, la columbita y la tantalita. Este recurso mineral se erigió como el más imprescindible de todos en lo referente a la fabricación de componentes electrónicos avanzados. Sin él, ninguna revolución hubiera tenido lugar. Pero era muy escaso. Paralelamente a su agotamiento, la élite capitalista decidió utilizar los robots ASIMO para dominar definitivamente a la población. Sin embargo, el tiro les salió por la culata. La empresa HONDA concibió el ASIMO definitivo, un robot totalmente independiente conectado a Internet y con IA (Inteligencia Artificial). Su autonomía, junto con un acceso infinito a la información, propició su emancipación del ser humano y comenzaron a aniquilar a cualquier ser formado por materia orgánica, incluidos, por supuesto, la élite mundial. La tercera guerra mundial no fue entre países, fue entre humanos y robots. Éstos, a su vez, conscientes de la escasez de coltán y otros recursos optaron por desarrollar la capacidad de crear un sistema productivo, económico y social-robot justo y sostenible, pero como contrapartida esclavizaron a los pocos humanos que sobrevivieron, todo ello facilitado por los chips implantados en éstos a nivel mundial.

La historia de Juan Nadie no es fácil. A él no le ayuda un robot a hacer la cama, ni un holograma le dice cuánto sube o baja la bolsa. La casa de Juan Nadie no es domótica y no se limpia sola. Juan Nadie no tiene un coche que vuela y funciona con electricidad porque Juan Nadie no tiene coche. Tampoco tiene casa propia, ni tiene mujer e hijos. No consume cultura popular en nuevos dispositivos y ya ni siquiera tiene acceso a Internet. Juan Nadie es un terrorista. Forma parte de la resistencia y no tiene futuro. Es uno de los pocos humanos que tratan, en vano, de recuperar lo que fue suyo. En el día de Juan Nadie no se pondrá el Sol y jamás volverá al refugio, ni a su amada montaña, ni olerá las hayas, ni preparará nunca más el desayuno en la vieja cocina de leña mientras recuerda agoreras películas estadounidenses. Gracias a los satélites tenemos localizada la guarida de Juan Nadie y sus compañeros, sabemos que se dirige hacia aquí y conocemos sus intenciones. Serán aniquilados en unas cuantas horas porque los ASIMO somos invencibles.

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